jueves, 16 de julio de 2015

SOY MAESTRA



LOS CUIDADOS DE UNA MAESTRA INFANTIL
 Hablar no es solo emitir palabras. Hablar debería convertirse en una fuente de placer para el que lo hace, pero también para quien escucha. La comunicación verbal pretende la transmisión de contenidos, conocimientos, la expresión de sentimientos y emociones.


Desde pequeños, comenzamos a pronunciar los primeros sonidos para luego convertirlos en palabras. Surgen así nuestras primeras alternativas de comunicación, hasta que hablar se transforma en algo natural. Lo hacemos espontáneamente y muchas veces no somos conscientes de la velocidad de emisión de las palabras, si utilizamos o no muletillas, si elevamos el tono de voz; todos aspectos que inciden en la calidad de la voz.


Un dato a tener en cuenta: tanto susurrar como hablar fuerte, producen el mismo nivel de fatiga en las cuerdas vocales. Por el contrario, si se habla correctamente, no deberían existir molestias en la zona de garganta al final del día.


Cada una de las situaciones antes mencionadas forma parte de nuestro caudal de experiencias. Al proyectarlas al ámbito laboral tal cual fueron aprendidas, pueden ocasionar fatiga o sensación de ardor en la zona de garganta. Generalmente, frente a ello, la primera reacción es comenzar con los carraspeos o a toser para aclarar la voz. Una persona que al momento de iniciar una conversación ya tiene ese malestar en su garganta, naturalmente buscará hablar menos, optando por frases reducidas y abreviadas, omitiendo detalles en la conversación. Comenzamos entonces a introducirnos en un proceso de desequilibrios que impactará en forma negativa sobre la efectividad de comunicación y entendimiento, poniendo en riesgo el éxito de la conversación.


El programa Voz Maestra, desarrollado por Prevención Riesgos del Trabajo, permite evaluar la calidad de voz de quienes trabajan con ella como principal recurso laboral. Entonces, la clave del éxito preventivo es trabajar sobre ella.


Prevenir significa preparar o disponer con anterioridad las cosas para un fin determinado, en este caso: prevenir la fatiga de las cuerdas vocales. Y si la clave del éxito es la “prevención”, la contraseña es la “estrategia” preventiva (el cómo).


Introducirnos en la estrategia preventiva implica conocer las variables funcionales que protegen la voz como así también aquellas que la afectan.

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